Los bonos verdes se han incrementado desde su creación hace ocho años, debido al impulso de proyectos amigables con el ambiente y lo acordado en el COP21 en París.
A diferencia de los bonos regulares, el objetivo de los bonos verdes es financiar proyectos que generen beneficios ambientales, para lo cual se requiere hacer una evaluación confiable durante el ciclo de vida de la inversión.
Actualmente se está trabajando en crear los requerimientos que garanticen la credibilidad de los bonos verdes, debido a que el mal uso de estas ganancias puede generar daños en los mercados y en la reputación de los bonos.
El futuro de los bonos verdes es prometedor, ya que se espera que los planes nacionales creados con las bases del acuerdo de París impulsen a los gobiernos y a las empresas privadas a invertir en proyectos amigables con el ambiente y con rendimientos transparentes.
Los inversionistas u organizaciones utilizan los bonos para conseguir préstamos con una tasa de interés más baja que la que ofrecen los bancos, y una vez que son catalogados como verdes, las ganancias estimulan las energías limpias, la eficiencia energética, la biodiversidad y la infraestructura limpia.
Los bonos verdes han demostrado un gran crecimiento, ya que en el 2002 solo se vendieron 3 mil millones de dólares, mientras que entre el 2013 y 2014 se expandió 36,6 miles de millones de dólares.
Para este año la agencia Moodys espera que se vendan 50 mil millones de dólares, mientras que el banco HSBC espera que se aumente entre 55 y 80 mil millones de dólares, como consecuencia esto elevaría el saldo de los bonos entre 133 y 158 mil millones de dólares.
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Tomado de UNFCCC
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